DOMINGO 24 DE JULIO # LAS MUJERES SABIAS
LA ANTIGUA MINA # PUERTO DE LA CRUZ VERDE
Dentro del Festival de Teatro que se celebra este verano en El Teatro de la Antigua Mina de Zarzalejo, el día 24 de Julio a las 22.30 se representa una comedia de Molière, Las mujeres sabias.
Molière era un actor y dramaturgo francés (1622-1673) considerado como el Padre de La Comédie Française. Es el autor más representado de todos los tiempos y su obra criticaba la pedantería, ignorancia y pretenciosidad de los burgueses emergentes de la época.
Les Femmes Savants (Las Sabiondas) traducido al español como LAS MUJERES SABIAS, es una comedia en verso que consta de 5 actos. En ella satiriza las pretensiones académicas en la educación femenina del momento. La hipocresía era el peor de los males y los falsos intelectuales, llenos de afectación y engreimiento, se servían de la candidez y presunción de determinadas mujeres (…)
La primera de sus grandes comedias fué LES PRÉCIEUSES RIDICULES, Las Preciosas Ridículas, en la que ironizaba sobre las costumbres y cursiladas de las mujeres que frecuentaban los Salones Literarios y de Sociedad.
Por eso, y como contrapunto, publicamos el artículo ilustrado sobre LAS PRECIOSAS, para tener una visión clara y objetiva de la situación de la mujer realmente cultivada de la época.
LAS PRECIOSAS
Estamos en una época de transición, entramos en el tercer milenio y vivimos momentos convulsos. Se producen cambios y el sistema se tambalea, pero esto no es nuevo, a lo largo de la Historia se ha repetido con frecuencia y siempre se ha ido hacia algo mejor.
En los dos siglos que precedieron a la Revolución Francesa de 1789, se creó un espacio entre la Iglesia y el Estado, un espacio privado en el que la sociedad civil se reunía, lo que favoreció el entendimiento entre hombres y mujeres, lo que dio lugar a grandes pasos evolutivos en las costumbres del momento. Todos juntos, en la misma dirección, intentaban alcanzar un ideal de civilización en el que temas como sociabilidad, ingenio o gracia, se expresan a través de la palabra.
La conversación adquirió una enorme importancia, en ella se sabía conjugar ligereza con profundidad, elegancia con placer, búsqueda de la verdad con tolerancia y, sobre todo, un gran respeto.
Madame de Rambouillet (1618) inauguró en París el llamado Salón Azul , primer Salón que fue concebido como refugio del mundo, donde se podía olvidar la crueldad y donde se filtraba la violencia, el desorden y la zafiedad que entonces, como ahora, se respiraba en el ambiente de la calle.
El Salón nació como un puro entretenimiento, como un juego destinado a la distracción y al placer recíproco, pero obedecía a leyes estrictas que garantizaban la armonía en un plano de perfecta igualdad entre ambos sexos. Eran leyes de claridad y mesura, de elegancia y consideración. Fue evolucionando hasta convertirse en el Salón Literario en el que la mujer era el personaje central y la conversación el eje civilizador. Se trataba a la palabra como si fuera un instrumento musical que, como la música, provocaba en quienes escuchaban armonía y bienestar.
La belleza y la armonía externas despiertan el alma a la belleza y armonía internas, lo que produce enormes beneficios tanto para el cuerpo como para el espíritu. La palabra con espíritu es la que se pronuncia bien, fácilmente, con una entonación agradable y natural sin afectación ni pedantería.
Allí no sólo se cuidaba lo que se decía sino cómo se decía. Transmitir autenticidad posee un gran encanto pues seguimos el aire, el tono, las maneras que se corresponden con nuestro interior: hay coherencia entre lo que se piensa y se siente con lo que se manifiesta de forma verbal. El talento para escuchar era más apreciado que el talento para hablar y, una exquisita cortesía frenaba la vehemencia e impedía el enfrentamiento verbal (…)
En 1620 surge el término de Las Preciosas (Les Précieuses ) para designar a unas mujeres que eran modelo de feminidad. Tenían la obligación educativa de llevar “la politesse”, la buena educación, a su grado más elevado. Con una autoridad, llena de sensibilidad, frenaban el atolondramiento de las jóvenes coquetas, y fomentaban la contención y la amabilidad de los jóvenes impetuosos. Los modales debían ser exquisitos, pero al mismo tiempo naturales y desenvueltos. Eran guardianas de un patrimonio de signos que servían como código de reconocimiento de una élite, así como garantes de la lengua, ya que ellas no estaban contaminadas ni por el pueblo llano ni por los eruditos. Más que un elemento de distinción social, las reglas de la conducta consagradas por el uso mitigaban la inferioridad jurídica de las mujeres, acostumbradas a mantener un equilibrio entre la ley y la costumbre (…)
Hablar, conversar, es la tradición lingüística de la convivencia. Cuando conversamos nos vertimos hacia los otros a través de la palabra, es como si pensáramos en común. Es un intercambio de sentimientos, informaciones y pensamientos y lo que más importa es la interacción entre los que conversan. Molière quiso ridiculizarlas, pero La Historia, vista de forma inteligente, demuestra el gran peso específico de la forma de hacer femenina que contribuyó tanto en la evolución del ser humano.
¡Cómo añoro la politesse!
Créditos y Agradecimientos: Amparo Ruiz Palazuelos # FOTOGRAFÍA EL FARO DE GUADARRAMA # ILUSTRACIONES CREATIVE COMMONS
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